Tropo Editores
Per desgràcia, un dels mals de la nostra societat contemporània és un excés d'informació. Tenim tantes fonts d'informació que sovint hi ha moltes coses
Per desgràcia, un dels mals de la nostra societat contemporània és un excés d'informació. Tenim tantes fonts d'informació que sovint hi ha moltes coses interessants que ens passen desapercebudes, ja sigui per manca de temps, per impossibilitat d'accedir a tot arreu.
Això vol dir que acabem segmentant les noticies i el que pot ser força obvi per a molta gent potser per nosaltres es converteix en una troballa insòlita.
Aquest seria el cas d'aquesta editorial que avui us presento. Va ser tot un descobriment a la darrera edició de Bellprat, Vila del llibre. Allí hi havia l'editor amb una mostra seleccionada del seu impecable catàleg editorial.
Es diuen Tropo Editores, són dos, són d'Osca i fan una feina impressionant. Llibres de qualitat en tots els sentits. Autors de primera fila o descobriments amb molt camí per davant, llibres originals i propostes valentes i, no només això, uns dissenys, unes maquetacions i unes presentacions elegants i captivadores. Ja us puc garantir que els seus llibres aniran sortint sovint en aquest blog. Són petites joies que val la pena tenir a la vora. De moment, i per anar fent boca, aquesta autoentrevista d'un dels responsables de l'editorial, Oscar Sipán que ens servirà per anar descobrint les claus d'aquest projecte engrescador.

¿Cuándo decidiste ser editor y por qué?
Comencé moviendo proyectos alimenticios para una editorial que se portó muy mal. Decidí, junto a Mario de los Santos y Amadeo Cobas, que eso no volvería suceder, así que tomamos el control y fundamos Tropo. Luego, tras esos primeros proyectos, nos picó la avispa de la edición.
Decía George Orwell que sólo había un modo de hacer dinero escribiendo: casándote con la hija de tu editor. Los tiempos cambian: ahora tienes que casarte con la hija de tu distribuidor.
¿Cuál es el criterio principal de vuestro catálogo?
Basamos el catálogo en un concepto del diseñador Philippe Starck: la posesión de la diferencia. El catálogo ―y los libros― de Tropo tiene que ser distinto al del resto de editoriales.
¿Primer libro publicado?
Primer libro no alimenticio publicado: Museo de la soledad, de Carlos Castán.
¿Qué libro os hubiera gustado publicar y habéis tenido que rechazar? (por estar ya editado, por problemas de derechos, por no encajar en tu colección¿ ).
Baal Babilonia, de Fernando Arrabal.
¿Qué os impulsa a publicar un libro, además de verlo en vuestro catálogo?
El único dios de todo editor debe ser el catálogo. Y el tiempo es el ama de llaves de ese catálogo. Ni nombres ni currículum: buenos libros.

¿Libro electrónico?
El libro tradicional y el libro electrónico son como esos primos lejanos que llevan la misma sangre.
Como decía en la breve presentación de vuestra editorial, a través de la colección Voces estáis apostando por nuevos narradores y, de manera muy particular, por nuevos cuentistas, lo que tiene doble valor ante las exigencias habituales del mercado. ¿Qué balance haces de esta colección hasta el momento? ¿Vais a seguir por esta línea en el futuro?
Voces es la columna vertebral del proyecto. Recibimos dos manuscritos diarios para tres huecos anuales. Hasta la fecha tenemos el olfato de un perro trufero en forma, estamos muy satisfechos. La gente quiere publicar, no escribir. Y ser escritor significa tener un gran talento para soportar el rechazo (Mario Jurisch).
Algunos de los autores de Voces han demostrado un potencial enorme y varios ya empiezan a publicar en otras editoriales o están a punto de hacerlo. Patricia Esteban Erlés, Matías Candeira, Lara Moreno o vuestra autora más reciente, Paula Lapido, que con Teoría de todo también empieza pisando fuerte. Esto quiere decir, como mínimo, que tenéis buen ojo. ¿No teméis siempre que un pez más grande os arrebate esos hallazgos? ¿Tenéis la sensación de ser una especie de cantera de narradores?
No importa: en Tropo siempre recibirán un diez por ciento más de cariño. Cada año que pasa somos más grandes y hacemos más cosas.
La edición literaria tiene mucho de descubrimiento y goce privado, cuando uno se encuentra un texto que le apasiona y que aún no ha caído en manos de quienes, eso espera, serán los lectores de su editorial. Sin desvelar del todo la receta, ¿cómo vivís esa búsqueda previa, qué modus operandi seguís para conseguir un texto que os seduzca? ¿Qué ha de tener un texto para que todo el equipo Tropo se ponga de acuerdo?
La semilla de los buenos libros. Igual que no tiene el mismo sabor un euro ganado con tu verdadero trabajo que con un trabajo alimenticio, se nota. Lo hueles. Te emociona. Te conmociona. Detectas la trufa en medio de un bosque podrido.

Haciendo un repaso de vuestros títulos más significativos, uno puede encontrar en la colección Segundo asalto algunos libros de relatos de grandes del género, referencias y valores seguros como Carlos Castán o Norberto Luis Romero. También a Cristina Peri Rossi, entre otros. Las ediciones, como siempre, fantásticas. ¿Qué respuesta percibís por parte del público en estos rescates?
Es la parte militante de Tropo. Los defendemos a muerte en esas trincheras del cara a cara que son las ferias. Los presentamos con la emoción de la autoría propia. Contamos con un catálogo de futuribles de más de cien libros (algunos los vemos publicados en grandes editoriales, poco tiempo después). Este año hemos traducido a uno de los padres del cuento moderno norteamericano, John Cheever. También recuperamos libros colombianos (Opio en las nubes, de Rafael Chaparro, Premio Nacional Colombiano en 1992) y argentinos (Cerrado por melancolía, de Isidoro Blastein, un maravilloso libro de culto).
Háblanos un poco de vuestros libros ilustrados, porque, desde luego, el diseño y toda la parte gráfica es uno de los sellos distintivos de vuestra editorial.
El diseño corre a cargo de un visionario: Oscar Sanmartín. Como autores, detectamos una laguna en los libros ilustrados para adultos. Y decidimos apostar fuerte, con pocos títulos pero muy llamativos. Nos fascinan los libros-objeto.
Las antologías de relatos destacan también en vuestro catálogo y nacen siempre de un tema común. Bien por encargo o, de nuevo, rescatando relatos, los textos conforman libros tan divertidos como, por ejemplo, aquél que vindicaba el Spaghetti Western. ¿Cómo os han funcionado estas antologías con los lectores, cómo crees que las reciben? ¿Vais a seguir con ellas?
Un consejo: nunca encargues un cuento a un novelista. Desconocen las reglas de juego y seguro que intentará colarte un inicio de novela fallido. En las antologías, los buenos cuentistas hacen del encargo una primera comunión.
Además de editor, entre otras cosas, Óscar, eres también narrador. ¿En qué crees que te influye y te ayuda tu actividad como escritor a la hora de editar? ¿Qué aporta esa experiencia a un proyecto como Tropo editores?
Me gustaría pensar que ayuda a bajar a la mina de la ficción todos los días y luego cambiar el papel por el de señorito con látigo y sombrero. José Emilio Pacheco solía decir: "Cuando un joven me pregunta por el oficio de escritor, siempre le respondo: lo primero que tienes que hacer es elegir si quieres ser escritor o ser famoso; las dos cosas son incompatibles". A demasiada gente que escribe, el ego no les deja ver el bosque.

La saturación de títulos en las librerías cobra dimensiones bíblicas. Aparte de mantener la calidad en la edición (gracias a esa joya que se llama Óscar Sanmartín vuestros libros resultan siempre hermosos como objetos, muy cuidados, cosa que agradecemos los bibliófilos), ¿cómo os planteáis la promoción de un libro para que no sea otro más en los anaqueles? ¿Simplemente, dejáis que el circuito haga su trabajo o buscáis vías alternativas?
Cada año abren y cierran casi medio centenar de editoriales en España. Editar es el sueño romántico de todo funcionario leído, en un país de funcionarios. Cada año hemos intentado añadir un extra, algo que nos haga especiales (un formato, un audiovisual, etcétera). Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas (Frank Clark).
El modelo actual de distribución está comenzando a mostrar sus fallas. ¿Una editorial independiente necesita también de libreros independientes, de otras estrategias más directas para ganar visibilidad, o las grandes cadenas se seguirán llevando siempre la parte del león?
El de librero, como el de afilador de cuchillos, es un oficio en extinción. Es muy difícil vivir en las trincheras y los editores, dependientes o independientes, necesitamos de las grandes cadenas y de las librerías angostas.
¿Cómo valoras la incidencia de la crítica literaria y de los medios en vuestro trabajo?
Las verdaderas críticas (libres y razonadas) se hacen en Internet y en algunos periódicos de provincias. La mayoría de medios le rezan al corta y pega de las notas de prensa. Aunque, como dice Gamoneda, la crítica es un imposible: "¿Cómo se le cuenta a un ciego qué es el color azul?".
La red, a través de bitácoras y revistas especializadas, en teoría también independientes, y sobre todo gracias a las redes sociales, ofrece un nuevo espacio de comunicación, tanto entre profesionales como, sobre todo, con el lector. ¿Cómo enfocáis en Tropo editores vuestra presencia en la red?
Este año arrancamos un proyecto del que nos sentimos muy orgullosos: una Plataforma Literaria y Audiovisual. Un punto de promoción, reunión y venta de artículos que nacen de Tropo: carteles, cortometrajes, libros, etcétera.

¿Qué nos prepara Tropo a partir de ahora, en qué estáis trabajando? Háblanos de vuestro catálogo, Óscar, pero sobre todo de dónde te gustaría ver a vuestra editorial en un futuro cercano.
Es un año muy importante para Tropo. Desde la publicación de Fall river, de John Cheever, con prólogo de Rodrigo Fresán, pasando por Opio en las nubes, del colombiano Rafael Chaparro (Premio Nacional en 1992) y Cerrado por melancolía, del argentino Isidoro Blastein. También el libro de texto y fotos panorámicas sobre Roberto Bolaño El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño; el libro de bolsillo Lo breve, de Cristina Grande, y los nuevos autores de Voces: Teoría de todo, de Paula Lapido; El trepanador de cerebros, de Sara Mesa y Beria y alrededores, de Alfredo Mozas. Equilibrio entre juventud y veteranía. Porque el mundo está hecho para desembocar en un libro (Mallarmé).
Gràcies Oscar, i molta sort!
Això vol dir que acabem segmentant les noticies i el que pot ser força obvi per a molta gent potser per nosaltres es converteix en una troballa insòlita.
Aquest seria el cas d'aquesta editorial que avui us presento. Va ser tot un descobriment a la darrera edició de Bellprat, Vila del llibre. Allí hi havia l'editor amb una mostra seleccionada del seu impecable catàleg editorial.
Es diuen Tropo Editores, són dos, són d'Osca i fan una feina impressionant. Llibres de qualitat en tots els sentits. Autors de primera fila o descobriments amb molt camí per davant, llibres originals i propostes valentes i, no només això, uns dissenys, unes maquetacions i unes presentacions elegants i captivadores. Ja us puc garantir que els seus llibres aniran sortint sovint en aquest blog. Són petites joies que val la pena tenir a la vora. De moment, i per anar fent boca, aquesta autoentrevista d'un dels responsables de l'editorial, Oscar Sipán que ens servirà per anar descobrint les claus d'aquest projecte engrescador.

¿Cuándo decidiste ser editor y por qué?
Comencé moviendo proyectos alimenticios para una editorial que se portó muy mal. Decidí, junto a Mario de los Santos y Amadeo Cobas, que eso no volvería suceder, así que tomamos el control y fundamos Tropo. Luego, tras esos primeros proyectos, nos picó la avispa de la edición.
Decía George Orwell que sólo había un modo de hacer dinero escribiendo: casándote con la hija de tu editor. Los tiempos cambian: ahora tienes que casarte con la hija de tu distribuidor.
¿Cuál es el criterio principal de vuestro catálogo?
Basamos el catálogo en un concepto del diseñador Philippe Starck: la posesión de la diferencia. El catálogo ―y los libros― de Tropo tiene que ser distinto al del resto de editoriales.
¿Primer libro publicado?
Primer libro no alimenticio publicado: Museo de la soledad, de Carlos Castán.
¿Qué libro os hubiera gustado publicar y habéis tenido que rechazar? (por estar ya editado, por problemas de derechos, por no encajar en tu colección¿ ).
Baal Babilonia, de Fernando Arrabal.
¿Qué os impulsa a publicar un libro, además de verlo en vuestro catálogo?
El único dios de todo editor debe ser el catálogo. Y el tiempo es el ama de llaves de ese catálogo. Ni nombres ni currículum: buenos libros.

¿Libro electrónico?
El libro tradicional y el libro electrónico son como esos primos lejanos que llevan la misma sangre.
Como decía en la breve presentación de vuestra editorial, a través de la colección Voces estáis apostando por nuevos narradores y, de manera muy particular, por nuevos cuentistas, lo que tiene doble valor ante las exigencias habituales del mercado. ¿Qué balance haces de esta colección hasta el momento? ¿Vais a seguir por esta línea en el futuro?
Voces es la columna vertebral del proyecto. Recibimos dos manuscritos diarios para tres huecos anuales. Hasta la fecha tenemos el olfato de un perro trufero en forma, estamos muy satisfechos. La gente quiere publicar, no escribir. Y ser escritor significa tener un gran talento para soportar el rechazo (Mario Jurisch).
Algunos de los autores de Voces han demostrado un potencial enorme y varios ya empiezan a publicar en otras editoriales o están a punto de hacerlo. Patricia Esteban Erlés, Matías Candeira, Lara Moreno o vuestra autora más reciente, Paula Lapido, que con Teoría de todo también empieza pisando fuerte. Esto quiere decir, como mínimo, que tenéis buen ojo. ¿No teméis siempre que un pez más grande os arrebate esos hallazgos? ¿Tenéis la sensación de ser una especie de cantera de narradores?
No importa: en Tropo siempre recibirán un diez por ciento más de cariño. Cada año que pasa somos más grandes y hacemos más cosas.
La edición literaria tiene mucho de descubrimiento y goce privado, cuando uno se encuentra un texto que le apasiona y que aún no ha caído en manos de quienes, eso espera, serán los lectores de su editorial. Sin desvelar del todo la receta, ¿cómo vivís esa búsqueda previa, qué modus operandi seguís para conseguir un texto que os seduzca? ¿Qué ha de tener un texto para que todo el equipo Tropo se ponga de acuerdo?
La semilla de los buenos libros. Igual que no tiene el mismo sabor un euro ganado con tu verdadero trabajo que con un trabajo alimenticio, se nota. Lo hueles. Te emociona. Te conmociona. Detectas la trufa en medio de un bosque podrido.

Haciendo un repaso de vuestros títulos más significativos, uno puede encontrar en la colección Segundo asalto algunos libros de relatos de grandes del género, referencias y valores seguros como Carlos Castán o Norberto Luis Romero. También a Cristina Peri Rossi, entre otros. Las ediciones, como siempre, fantásticas. ¿Qué respuesta percibís por parte del público en estos rescates?
Es la parte militante de Tropo. Los defendemos a muerte en esas trincheras del cara a cara que son las ferias. Los presentamos con la emoción de la autoría propia. Contamos con un catálogo de futuribles de más de cien libros (algunos los vemos publicados en grandes editoriales, poco tiempo después). Este año hemos traducido a uno de los padres del cuento moderno norteamericano, John Cheever. También recuperamos libros colombianos (Opio en las nubes, de Rafael Chaparro, Premio Nacional Colombiano en 1992) y argentinos (Cerrado por melancolía, de Isidoro Blastein, un maravilloso libro de culto).
Háblanos un poco de vuestros libros ilustrados, porque, desde luego, el diseño y toda la parte gráfica es uno de los sellos distintivos de vuestra editorial.
El diseño corre a cargo de un visionario: Oscar Sanmartín. Como autores, detectamos una laguna en los libros ilustrados para adultos. Y decidimos apostar fuerte, con pocos títulos pero muy llamativos. Nos fascinan los libros-objeto.
Las antologías de relatos destacan también en vuestro catálogo y nacen siempre de un tema común. Bien por encargo o, de nuevo, rescatando relatos, los textos conforman libros tan divertidos como, por ejemplo, aquél que vindicaba el Spaghetti Western. ¿Cómo os han funcionado estas antologías con los lectores, cómo crees que las reciben? ¿Vais a seguir con ellas?
Un consejo: nunca encargues un cuento a un novelista. Desconocen las reglas de juego y seguro que intentará colarte un inicio de novela fallido. En las antologías, los buenos cuentistas hacen del encargo una primera comunión.
Además de editor, entre otras cosas, Óscar, eres también narrador. ¿En qué crees que te influye y te ayuda tu actividad como escritor a la hora de editar? ¿Qué aporta esa experiencia a un proyecto como Tropo editores?
Me gustaría pensar que ayuda a bajar a la mina de la ficción todos los días y luego cambiar el papel por el de señorito con látigo y sombrero. José Emilio Pacheco solía decir: "Cuando un joven me pregunta por el oficio de escritor, siempre le respondo: lo primero que tienes que hacer es elegir si quieres ser escritor o ser famoso; las dos cosas son incompatibles". A demasiada gente que escribe, el ego no les deja ver el bosque.

La saturación de títulos en las librerías cobra dimensiones bíblicas. Aparte de mantener la calidad en la edición (gracias a esa joya que se llama Óscar Sanmartín vuestros libros resultan siempre hermosos como objetos, muy cuidados, cosa que agradecemos los bibliófilos), ¿cómo os planteáis la promoción de un libro para que no sea otro más en los anaqueles? ¿Simplemente, dejáis que el circuito haga su trabajo o buscáis vías alternativas?
Cada año abren y cierran casi medio centenar de editoriales en España. Editar es el sueño romántico de todo funcionario leído, en un país de funcionarios. Cada año hemos intentado añadir un extra, algo que nos haga especiales (un formato, un audiovisual, etcétera). Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas (Frank Clark).
El modelo actual de distribución está comenzando a mostrar sus fallas. ¿Una editorial independiente necesita también de libreros independientes, de otras estrategias más directas para ganar visibilidad, o las grandes cadenas se seguirán llevando siempre la parte del león?
El de librero, como el de afilador de cuchillos, es un oficio en extinción. Es muy difícil vivir en las trincheras y los editores, dependientes o independientes, necesitamos de las grandes cadenas y de las librerías angostas.
¿Cómo valoras la incidencia de la crítica literaria y de los medios en vuestro trabajo?
Las verdaderas críticas (libres y razonadas) se hacen en Internet y en algunos periódicos de provincias. La mayoría de medios le rezan al corta y pega de las notas de prensa. Aunque, como dice Gamoneda, la crítica es un imposible: "¿Cómo se le cuenta a un ciego qué es el color azul?".
La red, a través de bitácoras y revistas especializadas, en teoría también independientes, y sobre todo gracias a las redes sociales, ofrece un nuevo espacio de comunicación, tanto entre profesionales como, sobre todo, con el lector. ¿Cómo enfocáis en Tropo editores vuestra presencia en la red?
Este año arrancamos un proyecto del que nos sentimos muy orgullosos: una Plataforma Literaria y Audiovisual. Un punto de promoción, reunión y venta de artículos que nacen de Tropo: carteles, cortometrajes, libros, etcétera.

¿Qué nos prepara Tropo a partir de ahora, en qué estáis trabajando? Háblanos de vuestro catálogo, Óscar, pero sobre todo de dónde te gustaría ver a vuestra editorial en un futuro cercano.
Es un año muy importante para Tropo. Desde la publicación de Fall river, de John Cheever, con prólogo de Rodrigo Fresán, pasando por Opio en las nubes, del colombiano Rafael Chaparro (Premio Nacional en 1992) y Cerrado por melancolía, del argentino Isidoro Blastein. También el libro de texto y fotos panorámicas sobre Roberto Bolaño El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño; el libro de bolsillo Lo breve, de Cristina Grande, y los nuevos autores de Voces: Teoría de todo, de Paula Lapido; El trepanador de cerebros, de Sara Mesa y Beria y alrededores, de Alfredo Mozas. Equilibrio entre juventud y veteranía. Porque el mundo está hecho para desembocar en un libro (Mallarmé).
Gràcies Oscar, i molta sort!














